Durante la temporada de rebajas me llegué un día de tiendas y me enamoré de esta chaqueta. Tanto es así que decidí llevármela, porque además era la última. Bueno, pues hasta ahí bien.
El caso es que cuando la voy a pagar me doy cuenta de que le faltaba no de los broches. Miré la chaqueta pero no tenía ningún broche de repuesto, porque encima la gracia está en que van forrados de piel simulada. Le pregunté a la dependienta por si habían encontrado alguno y tampoco. También me miró para ver si había en otras tiendas esa misma chaqueta, pero nada, agotada, era la última. Y, ¿sabéis lo que pasó verdad? sí, me la compré.
Os confieso que normalmente sólo voy de compras en rebajas porque el resto del año me siento un poco timada. Si pueden poner las prendas a más de la mitad de su precio habitual obteniendo beneficios, ¿por qué nos cobran tanto el resto del año? En fin, ahí dejo mi reflexión personal.
A lo que iba, que sí, que al final me la compré pero claro, tal y como estaba no pensaba dejarla. Pregunté en la mercería pero me dijeron que no tenían broches forrados en piel, que eso me lo tendría que hacer a propósito un zapatero especializado. Fui y el zapatero en cuestión ya no estaba, así que decidí poner en marcha el plan B, que es el que ahora os cuento.
La chaqueta estaba así.
Como podéis ver le faltaba el botón exterior del broche, que además le había dejado un pequeño agujero.
Sin embargo, la parte interna del broche y el cierre sí estaban, porque el uno se había quedado cerrado sobre el otro.
Lo que hice entonces fue ir a la mercería y comprar un botón normal forrado de piel del mismo color, que de eso sí tenían.
El botón lo cosí en la parte externa, donde hubiera ido el broche, disimulando así el pequeño agujero y en la parte interna, aprovechando la puntada cosí también el cierre del broche que tenía (esta parte me costó un poco más porque la aguja hay que pasarla entre los flejes del clip del broche).
De este modo, aunque como veis el botón es unos milímetros más grande que los broches que traía la chaqueta (aunque os digo yo que puesta si no os lo digo no se nota), simula que fuera otro broche, porque, además, si se gira un poco la solapa por la parte interna se ve el cierre del broche, por lo que consigue disimular la tara inicial. Y, como terminé cosiéndolo muy bien se puede incluso cerrar correctamente.
En fin, es una tarea de costura de las que muchas veces se dan en las casas pero he querido compartirla porque es cierto que a veces nos pasan cosas de estas y no sabemos cómo solucionarlas. Ya veis que se tarda más en pensarlo que en hacerlo y el resultado en mi opinión es estupendo (nadie hasta ahora se ha dado cuenta ;-) ).
Buen día.
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