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viernes, 17 de enero de 2014

Gafas de abeja o gafas de mosca

Hace no mucho escuché una frase que me llamó la atención y que decía que ante la vida, uno puede llevar gafas de abeja o gafas de mosca. La verdad es que al pronto no supe muy bien a qué se refería pero traté de desgranar la frase y me di cuenta de la enorme verdad que escondía.


La vida, la que está ahí fuera, la que se sale de nuestro círculo muchas veces egocéntrico, es una realidad bastante tangible, hay crísis, sufrimiento, deforestación, catástrofes naturales, cambio climático... eso es una realidad. Aunque también lo es la solidaridad, el voluntariado, el amor desinteresado, el compañerismo, el Sol que vuelve a salir cada día...


¿Es posible que ambas realidades convivan diariamente en nuestro mundo? Pues, es evidente que sí. Sin embargo, existe una doble vivencia del mundo según las gafas que llevemos, me explico; si una se pone las gafas de mosca, todos sabemos en lo que se fijan las moscas, ellas sólo ven lo que quieren ver porque sólo van buscando eso (no es necesario que mencione lo que buscan ¿verdad?) ¿pero, qué pasa, que en su mundo no hay otra cosa? obviamente sí que hay otras cosas, hay flores, hay mar, hay montañas, hay atardeceres...hay cosas maravillosas, sin embargo, ellas sólo van buscando una cosa y no ven nada más que lo que sus gafas les dejan ver.
Si por el contrario nos ponemos las gafas de abeja, veremos todo el rico néctar que nos rodea, incluso si vivimos en una lúgubre ciudad encontraremos esa flor en un balcón o un pequeño huerto urbano, porque estaremos buscando precisamente eso, lo bonito de la vida.

Obviamente todo esto no es más que una metáfora de la propia existencia. ¿Que tienes problemas? Todos los tenemos, más o menos gordos, pero todos, la diferencia está en cómo los afrontamos (a este respecto vimos ya algunas entradas que quizá te interesen y que te dejo aquí). Podemos ponernos nuestras gafas de mosca y ver sólo lo malo y lo negativo y sumirnos en un pozo sin fondo o colocarnos las gafas de abeja y pensar que tras la tormenta, llega la calma y que tras cada noche, sale el Sol. Y mientras tanto, aprovechar para vivir el momento, porque sólo nos podemos arrepentir de haber dejado pasar un día sin exprimirlo al máximo.

Días aburridos yo creo que los hemos tenido todas en algún momento de nuestras vidas y, cuando llega uno de esos, al final de día pienso, jo, el día que me muera seguro que pensaré, "ojalá tuviera un día más para (...)", bien, ese día que "solicitaré" estoy convencida de que ha sido ese, el día aburrido que he dejado pasar. Así que, trata de que no vuelva a suceder, prográmate bien para que no vuelva a haber un fallo en el sistema ;-) 
A mi me encanta cuando después de un día maratoniano, en el que no he parado de hacer cosas, llego a casa agotada, porque es un agotamiento por haber vivido, es un agotamiento feliz (además de que duermo fenomenal ;-)).

Pero como os comento, todo es un cambio de actitud frente a la vida, un cambio de gafas o el distinto cristal con que se mire, da igual cómo lo llamemos, lo importante es que la realidad no apague nuestra alegría de vivir y que siempre encontremos un motivo para ello.

¿Y tú, con que gafas viajas por tu vida?


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