Aunque el nombre suene un poco complejo... nada más lejos de la realidad. Estad atentas porque es una receta de las fáciles, fáciles y de las de quedar estupendamente sin apenas esfuerzo.
Los ingredientes que necesitarás son los siguientes:
1 ó 2 filetes de pollo por comensal.
1 vaso de leche.
2 cucharadas soperas de nata para cocinar.
1 cucharada sopera rasa de curry.
1/2 cucharadita de sal.
1 cucharada sopera de aceite.
1 cucharadita de miel de caña para decorar (opcional, aunque le aporta un toque bueno).
Veamos ahora el proceso de elaboración:
En una sartén ponemos la cucharada de aceite.
Y a continuación agregamos la nata.
La leche.
Y el curry.
Mezclamos bien y dejamos calentar a fuego lento, esto hará que espese un poco.
Cuando ya tenga el espesor deseado (unos 2 minutos, minuto arriba, minuto abajo) y sepamos que no la vamos a concentrar más agregamos la sal.
Mientras hacía esto, yo había dado estos pasos:
Extendemos una masa de hojaldre y cortamos unas porciones rectangulares de un tamaño algo superior al de la pechuga de pollo.
Disponemos las porciones sobre una superficie antiadherente en la bandeja del horno.
Horneamos durante unos 10 minutos a 200º hasta que tengan el dorado deseado.
Ahora hacemos el montaje del plato:
Disponemos la base de hojaldre.
Sobre ésta colocamos la pechuga de pollo previamente hecha a la plancha (he saltado ese paso porque creo que todas sabemos hacerlo).
Seguidamente echamos la salsa de curry por encima hasta cubrirla bien.
Y por último, para decorar (aunque también le aporta un ligero sabor dulce) disponemos aleatoriamente un hilo de miel de caña por encima.
Y ya está terminado. No os llevará más de 15 minutos preparar este plato y os aseguro que sorprenderá allá donde lo hagáis.
Os mando la mejor de mis sonrisas.
Feliz día.
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