Aunque en muchos lares parecen estar cayendo en el olvido, las algarrobas son unas vainas, fruto de un árbol, el algarrobo, cuyas propiedades son tan sorprendentes que resulta extraño que se hayan dejado un poco al margen del circuito alimenticio y que prácticamente sólo se encuentren últimamente en tiendas de comida orgánica.
Bien, ahora es temporada de algarrobas y si, como yo, tenéis la suerte de toparos con algún algarrobo, no dudéis en entreteneros un rato en coger algunas.
Cuando era pequeña las cogía para masticarlas como una chuchería, porque, para el que nunca las haya probado, he de decir que son sumamente dulces, de hecho, poseen un 50% de azúcares naturales. Pero es que, atención: es rica en taninos (un poderoso antioxidante), vitamina B1 o tiamina, vitamina B2 o riboflavina, B3 o niacina, provitamina A o betacarotenos y D. Además de minerales como zinc, potasio, fósforo, magnesio, calcio, silicio e hierro. Y como no posee gluten es apta para celíacos.
Sus beneficios y aplicaciones son múltiples, aunque hoy veremos, de momento, cómo elaborar la harina de este fruto, con la que luego se pueden hacer múltiples preparaciones (como sustitutivo del chocolate, para la elaboración de panes, etc.).
Bueno, pero entremos en faena. Para hacer la harina de algarroba, estos son los pasos:
Tras coger las algarrobas, hay que dejarlas secar unos días al sol. Yo lo he hecho sobre una rejilla para que se airearan bien.
Tras esto, y para lograr que estén realmente secas, las metemos al horno a fuego lento, 80ºC, durante una hora más o menos. Yo las troceé para que se secaran mejor.
A continuación no hay más que molerlas con un molinillo de los de café o, como en mi caso, con el robot de cocina, aunque seguro que hay más artilugios por ahí que pueden servir.
Al picarlas, podemos, si queremos, retirar las semillas, que tras el secado pueden quedar demasiado duras.
Y ya es cuestión de picar según el uso que queramos darle. Un poco, si la queremos combinar con algún dulce, un poco más si las queremos mezclar con alguna masa de pan, por ejemplo o totalmente, hasta obtener una harina.
Más adelante os mostraré algunas recetas que podemos elaborar con esta harina de algarroba.
Hasta entonces, sed felices ;-)
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A continuación no hay más que molerlas con un molinillo de los de café o, como en mi caso, con el robot de cocina, aunque seguro que hay más artilugios por ahí que pueden servir.
Al picarlas, podemos, si queremos, retirar las semillas, que tras el secado pueden quedar demasiado duras.
Y ya es cuestión de picar según el uso que queramos darle. Un poco, si la queremos combinar con algún dulce, un poco más si las queremos mezclar con alguna masa de pan, por ejemplo o totalmente, hasta obtener una harina.
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