En los últimos años, por motivos de trabajo he estado varias veces en la República Checa, visitando algunos de sus pueblos y su bella capital, Praga.
El caso es que, la primera vez que fui allí probé una sopa de ajo que me recomendaron y, aunque reconozco que hasta entonces nunca había probado una, me sorprendió tan gratamente que, siempre que he vuelto he tomado una, y en el último viaje me hice por fin con la receta. Hoy os la traigo, espero que la pongáis en práctica y que os guste tanto como a mi.
En mi casa ya se ha convertido en una aliada para los fríos días de invierno. Nutricionalmente es además muy completa, tanto que puede ser tomada como plato único, ahora veréis por qué. De momento os dejo con su presentación:
¿Qué, os convence? Si os animáis os aseguro que no os arrepentiréis.
