Dentro de la fitoterapia, la amapola es muy conocida por sus propiedades sedantes, por lo que se recomienda su consumo en infusiones como paliativo en caso de dolores de cabeza, espasmos estomacales, ansiedad o insomnio, pero también es conocida por su contenido en mucílagos y roeadina, por lo que es usada en problemas con el aparato respiratorio tales como tos, asma, resfriado, bronquitis, anginas...
De la amapola se emplean casi todas sus partes, las hojas cuando son tiernas, las semillas especialmente en panadería y confitería, los pétalos y las cabezuelas.
De la amapola se emplean casi todas sus partes, las hojas cuando son tiernas, las semillas especialmente en panadería y confitería, los pétalos y las cabezuelas.
En el caso que hoy nos ocupa vamos a ver su uso en infusiones y, aunque en verano no apetece tanto tomarse infusiones calentitas, sí que es el momento de recolectarlas para luego tomarlas en los fríos días de invierno.
Para su recolección lo ideal es ir al campo en las largas tardes de verano y localizar una zona que esté baldía o en la que se hayan cultivado cereales, pues son lugares en los que suelen crecer las amapolas.
Y... manos a la obra. Toca recoger los pétalos de la amapola. Una vez los tenemos recolectados, los colocamos sobre una bandeja y los dejamos secar a la sombra, dándoles la vuelta de vez en cuando para que todos se oreen por igual. En una semana aproximadamente estarán completamente secos y habrán cambiado su color por un tono más rosado y oscuro.
Ahora ya todo está listo para prepararnos una deliciosa infusión de amapola.
Para los que estén diciendo ¡oh no, que horror, la amapola es tóxica!, que se tranquilicen, la que tiene cierto grado de toxicidad, pues contiene morfina, es la amapola adormidera, difícil de encontrar por estos lares y que se reconoce porque su tamaño es considerablemente mayor (como el de una pelota de tenis, para hacernos una idea) que la amapola común, esta ni produce adicción ni tiene efectos secundarios salvo los propios de la planta.
En cualquier caso, todo con moderación, no es cuestión de tomarse 5 litros al día, pues como ya estamos viendo, las plantas tienen sus efectos, por lo que, durante el embarazo y la lactancia, será mejor consultar con el médico antes de tomar esta u otra infusión.
Y... manos a la obra. Toca recoger los pétalos de la amapola. Una vez los tenemos recolectados, los colocamos sobre una bandeja y los dejamos secar a la sombra, dándoles la vuelta de vez en cuando para que todos se oreen por igual. En una semana aproximadamente estarán completamente secos y habrán cambiado su color por un tono más rosado y oscuro.
Ahora ya todo está listo para prepararnos una deliciosa infusión de amapola.
Para los que estén diciendo ¡oh no, que horror, la amapola es tóxica!, que se tranquilicen, la que tiene cierto grado de toxicidad, pues contiene morfina, es la amapola adormidera, difícil de encontrar por estos lares y que se reconoce porque su tamaño es considerablemente mayor (como el de una pelota de tenis, para hacernos una idea) que la amapola común, esta ni produce adicción ni tiene efectos secundarios salvo los propios de la planta.
En cualquier caso, todo con moderación, no es cuestión de tomarse 5 litros al día, pues como ya estamos viendo, las plantas tienen sus efectos, por lo que, durante el embarazo y la lactancia, será mejor consultar con el médico antes de tomar esta u otra infusión.
- Para preparar esta infusión relajante emplearemos 1/2 cucharadita de pétalos secos por taza de agua.
- Si queremos que su efecto sea beneficioso contra indigestiones, la infusión será de 1/2 cucharadita de pétalos secos un ratito antes de la comida.
- Y si lo que queremos es dormir como lirones, entonces tomaremos 1 cucharada ó 2 un ratito antes de irnos a la cama (las 2 cucharadas son para insomnios rebeldes ;-) ).
¡Buen provecho! ;-)
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